miércoles, 18 de julio de 2007

LA CRISIS CULTURAL Y LOS VALORES

EDITORIAL 02 - 06 - 2007

Vecinos, amigos oyentes....dan vuelta a nuestro alrededor versiones sobre que los argentinos somos fallutos, chorros y groseros. Afirmaciones que se hacen publicas como verdaderas, sumadas a versiones distorsionadas y noveladas de nuestra historia patria, que los medios toman como instrumento de propaganda, de rating o de no se que fines mercantiles.
El tema es preocupante, por que es un síntoma más de la crisis politica en la que vivimos.
Siempre dijimos que la crisis en nuestro país más que politica era cultural. Y nos referimos reiteradamente a la necesidad de retomar los valores propios de la convivencia civilizada y democrática para salir adelante. Solo podremos resolver la salida de este pantano en que nos encontramos, retomando los valores de la vida de relación, como la justicia, la solidaridad, la lealtad, la tolerancia.
Yo digo que los argentinos que conozco en su enorme mayoría no son fallutos, ni chorros, ni groseros. No podemos ver en nuestra historia, sólo una novela llena de personajes traicioneros, obsesivos, egoístas y pervertidos. La generalizacion es sin duda un error, ya que si nos ponemos a nombrar gente de bien, trabajadora, honesta, educada, la crónica cambia.
El obrero, empleado que se levanta a la madrugada para trabajar. La maestra que acude a educar niños con calor, frío, lluvia, o tempestad. Cumplen con su obligación, prestan sus servicios honestamente y a sus hijos les enseñan a actuar de la misma manera.
Pero pensemos que esto viene de alguna causa. Estas afirmaciones no son una extemporaneidad repentina.
Y digo que se trata de valores por que están en juego, la solidaridad, la buena fe, la honestidad, la justicia, el amor al prójimo.
Vivimos en comunidad, cada uno con sus derechos y sus obligaciones, además con la libertad que logramos con el ejercicio de la democracia. La comunidad, que es el conjunto de todos los vecinos tiene también derechos y obligaciones en su conjunto. Y cuando los derechos individuales chocan con los derechos de la comunidad, estos últimos, los derechos del conjunto, deben prevalecer sobre los particulares.
Y en la relación entre nosotros, vecinos de una ciudad, ponemos en vigencia valores, de conducta, de propósitos y de acción, que son imprescindibles para mejorar nuestras relaciones cotidianas. Por eso debemos ser justos, solidarios, cooperadores, leales, Por que es cierto que podemos usar o practicar otros valores, como la competencia, o subvalores como la codicia, o una filosofía como el materialismo todos elementos que hacen difícil y pesada la convivencia.
Además una sana relación, donde prevalezca el bien común sobre los bienes particulares, lleva directamente a obrar con sentido común,
Y en esto es lo que debemos insistir sobre todo en la educacion de los niños y de los jóvenes. Debemos ahora hacer un ejercicio permanente de esos valores que han sido puestos en segunda línea ocultos, por la competencia, la ganancia, la picardía y el enriquecimiento.
Y debemos ponerlos en primera fila, con educación. Con una educación que contemple estas desviaciones, que de aspecto inofensivo ocultan el germen de conductas erráticas y sin principios. Mediante una educación que se fundamente en los valores de lealtad, honestidad y respeto hacia el otro que es una faceta de la solidaridad. Y no olvidar que la esencia de nuestra historia, es nuestro pueblo, rico en costumbres y valores propios, y en los dirigentes que supieron interpretar y dar forma a los anhelos de nuestra gente y nos dejaron, a las postreras generaciones modelos a seguir. No podemos dejarlos caer en el olvido y colocar en su lugar los personajes rastreros que nos quieren imponer para convencernos que no somos lo que debemos ser.