miércoles, 18 de julio de 2007

CUENTO CHINO PARA NIÑOS

EDITORIAL 14 - 07 - 2007
Hace muchos años, en un reino que no recuerdo su nombre pero que ubico en mi floja memoria en las laderas del Himalaya, reinaba el Rey Huon Tze, hijo del emperador Ching Min. Como era natural en aquellos tiempos su gobierno era una MONARQUÍA ABSOLUTA. Con reglas estrictas un respeto reverencial que incluía la inclinación de cabeza y torso ante la figura del soberano. Tenía a su alrededor lo que se llamaba Reunión de Consejeros del Reino encabezada por un Chambelán Superior.
Aquel reino era próspero, con una nobleza obediente, pero poderosa, en tierras y en dinero y una multitud de campesinos, trabajadores, monjes, esclavos y pordioseros. Huon Tze los gobernaba con mano dura, Pero varias veces en el año realizaba fiestas, con fuegos artificiales, música de distintas provincias de aquel reino, reparto de regalos a los habitantes más fieles y serviciales y todo era una maravilla.
Un día el rey sumó a los Consejeros del Reino a un amigo que lo había encandilado con una pretendida sabiduría. Era un empresario (naturalmente que con el perfil de aquellos antiguos empresarios, que comerciaban con especias, arroz, bambú, piedras preciosas y oro), Se llamaba Cheng.
Chang que deseaba aumentar su riqueza y su poder, le sugirió al rey que sería bueno para la ciudad imperial, donde estaba el palacio del rey Huon, la construcción de un gran acueducto de agua perfumada con perfume de flor de loto. Huon ante la propuesta, respondiole al nuevo Consejero Chang: Las arcas del reino no tienen suficiente dinero para pagar la obra, ni los trabajadores, ni los esclavos , ni las piedras y su transporte, necesarios para el proyecto.
Se llamó Proyecto de acueducto de Loto y lograría perfumar la ciudad, para hacerla mas hermosa, mas atractiva y atraer a vecinos de otras comarca para ver aquella maravilla.
Los súbditos de aquel reino, tenían preferencias distintas a las del rey Huon Tze en materia de perfumes ya que la mayoría de las mujeres f preferían el perfume de violetas y sospechaban que el rey les haría pagar aquella obra a sus súbditos a sus maridos. Un día se reunieron las mujeres y decidieron, rompiendo todas las costumbres y las reglas de sometimiento de aquella milenaria monarquía fueron a ver al rey, sin informar de esto a sus maridos Este las recibió rodeado de todos sus Consejeros, Ministros y limpiabotas , con todo el escenario que correspondía a una audiencia real. Las mujeres entraron, no inclinaron la cerviz ante el rey y una de ellas le dijo: Excelentísimo, iluminado y reverendísimo rey: Venimos a decirle dos cosas: Primero que preferimos al perfume de loto el perfume de violetas y que queremos saber, cuando cuesta esta obra y quien la va a pagar. El rey sorprendido, se puso colorado hasta las orejas y lleno de monárquica furia les dijo: ¿Como se atreven a discutir un proyecto, una resolución y una orden mía que soy el omnipotente soberano de este reino? Esta obra se va a hacer de loto y lo que cuesta lo van a ir sabiendo a medida que les vaya pidiendo a vuestros maridos que paguen lo que yo les ordene. Vosotras os habéis olvidado que aquí soy el rey hijo del emperador Chin Ming y que el gran empresario Chang es el que ha pensado esta magnifica obra. De manera que lo mejor que podéis hacer es volver a vuestras casas a cumplir con las tareas que corresponde a las mujeres y obedecer esta orden que he dado de construir el acueducto del Loto. La mujeres, que vieron que el rey era solo un hombre vestido con ropas de gran valor, rodeado de oropeles y súbditos sometidos por intereses poder y figuración. Le respondieron :Si no lo haces de violetas y no nos dices el valor que costará, vamos a hacer que nuestros maridos no obedezcan tus órdenes y resistan a tus esbirros que quieran obligarlos a poner dinero, esclavos, piedras o perfume de loto para tu acueducto, fruto de un capricho tuyo, que no eres mas que un hombre, como todos, disfrazado de poder, y tu imperio es una cáscara vacía, que en poco tiempo fenecerá, terminará, para que venga otro rey, que no obligue a inclinarse ante el, que consulte con el pueblo los proyectos del reino y que nos haga conocer mediante bandos acompañados de trompetas y tambores, los proyectos ,los precios, y los costos de sus proyectos. Huon Tze que era muy caprichoso, ordenó a la guardia, que estaba ya preparada para la lucha habiendo bebido litros de vino de arroz, que desalojara a las mujeres del palacio. Las mujeres se fueron, pero desde ese día nadie obedeció las órdenes del rey, que ante esta reacción de las mujeres del reino, un día resolvió partir hacia la montaña sagrada y desaparecer de la historia. Nunca se supo más de él. Sus Consejeros se fueron algunos con sus alforjas llenas de oro, otros de pusieron a trabajar y el consejero Chang partidario del loto debió refugiarse en un reino cercano donde tenía depositadas sus riquezas. ¿Cuál fue el fin de esta historia?
Entre todos los súbditos, que habían quedado sin gobierno, se reunieron y nombraron en lugar de un nuevo rey a un JUEZ, para que pusiera las cosas en orden y cambiara el perfil de aquella antigua comunidad.
El que quiera oir que oiga, el que quiera entender que entienda.